La Radiofrecuencia consiste en una serie de radiaciones electromagnéticas que se aplican sobre la superficie de la dermis, mediante un calentamiento controlado generado por el cabezal del aparato.
El tratamiento de consigue rejuvenecer la piel a través de la acción del calor. Esta sensación es producida por la energía que la radiofrecuencia ejerce sobre el colágeno de las capas más profundas de la piel. Este calor consigue, de forma inmediata, el estiramiento del tejido cutáneo reduciendo los signos del envejecimiento facial al dejar la piel más tersa, sobre todo en la región periocular, línea de la mandíbula y cuello.
Este sistema es muy seguro y eficaz, puesto que el calor generado no afecta al organismo al ser muy superficial. Durante la aplicación del tratamiento el paciente puede notar una breve sensación de calor, pero en ningún caso esta sensación llega a ser molesta.
El tratamiento de Radiofrecuencia aporta diferentes beneficios:
- La formación de nuevo colágeno, permitiendo que todo el tejido adquiera firmeza gracias a la reorganización de los septos fibrosos y engrosamiento dérmico suprayacente.
- El drenaje linfático, que permitirá disminuir los líquidos y las toxinas.
- La mejor circulación de la piel y tejido subcutáneo, que mejorará el metabolismo con la consiguiente disminución del aspecto de la flacidez.
- La migración de fibroblastos que acompaña a la respuesta inflamatoria tras la lesión térmica controlada con retracción del tejido y que da como resultado un rejuvenecimiento de la zona tratada.
- La gran ventaja y novedad que presentan los tratamientos no abrasivos como la radiofrecuencia es que respetan la epidermis, con mínimo enrojecimiento la piel, sin dañar su capa externa.
El efecto inmediato de la aplicación de radiofrecuencia es la retracción del colágeno, con más o menos rapidez según los casos pero, lo que se pretende conseguir gradualmente es la reestructuración del colágeno profundo, con la formación de nuevas fibras que sustituyan a las envejecidas y hagan los tejidos más elásticos y favorezcan la homeostasis consiguiéndose así una piel más tersa y una evidente reducción de arrugas y flacidez.
El efecto de tensión se aprecia de una forma gradual y progresiva a partir del mes del tratamiento, aunque el proceso depende del estado en el que se encuentre el colágeno de la persona, entre los dos y cuatro meses posteriores al tratamiento, con resultados suelen durar aproximadamente dos años.
Puede también realizarse una sesión de recuerdo pasados unos meses, cuando médico y paciente lo consideren necesario.